CAPÍTULO 46: LA BATALLA DE YUNO

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Ookarin, decidido y esperanzado, dió la orden a su ejército para combatir contra las fuerzas de Sophie y Lion, que los superaban en una proporción de dos a uno, pero eso ya no importaba, Ookarin había decidido liberar a los legendarios.

-¿qué te parece si hacemos que el rosadito luche contra los legendarios?- Lion sonrió maliciosamente a Sophie. Ella le devolvió la sonrisa y con un gesto de sus manos dió la orden. El joven paladín se encontró de pronto frente a sus tres amigos. Sin pensarlo recitó uno a uno los hechizos para aumentar sus defensas mientras Valdor hacía lo mismo con sus amigos. 

Kenzaiten, aquel que llevaba dos demonios dentro, se acercó con gran velocidad, asestando el primer golpe chocando con tal fuerza contra el escudo de Ookarin, que este, con el brazo fatigado después de un solo golpe, lo soltó. Con desesperación buscó un sacerdote que estuviera cerca para que pudiera restaurar sus fuerzas mientras esquivaba hábilmente los movimientos de Felurian, que atacaba indiscriminadamente.

La gente del gremio de Ookarin, habían logrado, con mucho esfuerzo, acabar con algunos soldados reanimados. Y se batían con valor contra Any y el resto de guerreros, pero estos eran demasiado fuertes.

Sophie y Lion, observaban a su ejército pensativos y con mirada analítica -¿crees que ya tenemos suficientes?- pensó en voz alta Sophie. Lion permaneció en silencio.

Tras recuperarse y con una hábil maniobra, Ookarin recobró su escudo justo a tiempo para repeler uno de los potentes ataques de Felurian pero en ese momento, sintió una debilidad repentina –¡Lex Aetherna!- gritaba Valdor. Sabía que de esta manera recibiría el daño multiplicado y un solo golpe de Felurian sería mortal “tengo que quitarme esto de encima” pensaba mientras esquivaba golpe tras golpe buscando con la mirada a uno de los soportes, cuando sin aviso chocó contra uno de sus compañeros que intentaba evitar recibir daño y sintió inmediatamente como la debilidad se iba y era libre de continuar luchando. 

-¡Chicos, por favor, detenganse!- los gritos desesperados de Ookarin a sus amigos, resonaban por todo el campo de batalla, pero sus miradas estaban ausentes, ellos no estaban ahí.

-Pensé que caería pronto- gruñó Sophie -quiero que sus amigos sean los que acaben con él, pero ha resistido demasiado, ve a ayudarles-

Lion se abalanzó sobre Ookarin conjurando “Unholy Cross” provocando un daño considerable al tiempo que Valdor usaba sus habilidades para debilitarlo aún más, mientras el resto de los legendarios lo cercaban. El caballero de la armadura rosa se encontraba rodeado por una fuerza de ataque, demoledora.

-¡Momento! Vamos a regresarles esto- Sophie hizo una floritura con su mano -quiero que sufran también- 

Valdor, Kenzaiten y Felurian, parecieron despertar de un largo sueño y tras unos segundos se percataron del joven paladín mal herido que se encontraba a sus pies suplicando -¡Por favor amigos, yo vi cómo salvaron al mundo, despierten!-

-Okarin que…- Felurian miraba confundida al chico -no puedo moverme- 

-Los están manipulando para destruir el mundo que conocemos, yo vine a Yuno para defenderlo, pero el ejército de resucitados que esos dos tienen es demasiado poderoso, nadie sabe qué poderes tienen o cómo han logrado levantarlos de entre los muertos, son unicos en su clase- los sollozos desesperados de Okarin solo provocaban la risa de Sophie y Lion.

-¿Me estás diciendo que todo esto lo hemos hecho nosotros?- las lágrimas de Felurian caían hasta el suelo mientras observaba el campo de batalla.

-Solo los he despertado para ver lo que viene a continuación- Sophie hizo otro movimiento con su mano.

Felurian, levantó su espada, con una mueca de dolor en su rostro -Ookarin, espero puedas perdonarnos, pero no controlamos nuestros cuerpos- Valdor apenas podía hablar pues la voz se le quebraba por momentos

-No importa, fue un honor combatir a su lado, su legado no morirá, sé que vendrán otros que podrán lograr lo que mi gremio y yo no pudimos, gracias por t…- La espada de Felurian había bajado tan rápidamente, que el sonido tardó un segundo en escucharse, la cabeza del joven paladín psicodélico rodó a los pies de Sophie 

-Esto, es tan solo el inicio, mis pobres marionetas- dijo a carcajadas -¡Sufran!- y su grito lleno de maldad se escuchó a todo lo largo y ancho de Yuno. Los legendarios lloraban copiosamente sin poder moverse y en sus miradas se veía el horror de contemplar lo que acababan de hacer.

FIN CAP 46

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