CAPÍTULO 2: EL ENTRENAMIENTO INICIA

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Al terminar con las clases de Rex, llegamos a un área tipo bosque y en la entrada nos esperaba una persona de aspecto relajado, que tenía un arco – ¡aventureros, el entrenamiento de combate está por comenzar, acérquense todos! – al mismo tiempo, varias kafras nos entregaron varias piezas de equipo algo extrañas. 

-¿En serio, una cáscara de huevo como casco?- dijo uno de los otros novatos. La kafra que le había entregado su equipo sonrió amablemente -Los novatos generalmente se equipan lo primero que ven-  le contestó mientras seguía sonriendo. 

 A mi, me entregaron un par de dagas, otro uniforme igual al que llevaba, un casco de huevo igual al del novato anterior y un pequeño escudo. 

-¡Chicos!- empezó a llamarnos el tipo del escudo -aquí practicarán el comparte cuerpo a cuerpo- dijo el instructor mientras todos escuchábamos atentamente -sabemos que hay algunos a los que este estilo no se les dará muy bien, a aquellos que estén en esta situación deberán tomar el camino del ataque a distancia pero ustedes deben evitar ir solos porque de lo contrario morirán, necesitan un compañero de equipo- terminó.

 Me quedé viendo las dos dagas que me habían entregado -Esta de aqui es mas fuerte – me dijo la kafra señalando la de la izquierda- pero ya no podras usarla al cambiar de clase joven novato-. Decidí guardarme la otra para después.

En el campo, se podía ver a todos los novatos pelando con unas bolas rosas y gelatinosas, me acerque a una e intenté golpearla pero era un poco complicado para mi o simplemente yo no sabía cómo agarrar la daga -¡uff, afortunadamente no son agresivas- dije para mi. Miré alrededor y comencé a notar que ciertos novatos eran naturales en el uso de la daga -mmm…seguro que esos elegirán ser ladrones-  seguí murmurando mientras intentaba darle a la bola rosa. En eso, se me acercó uno de los otros novatos, llamado Focalor -¡Hola Valrein! ¿quieres hacer equipo conmigo? La verdad es que me pone un poco incómodo acercarme a esas… cosas gelatinosas y asquerosas – me dijo mirándolas con desagrado.

-Si claro, no hay problema- le dije. La verdad es que tampoco quería estar solo. Nos acercamos a unos monstruos llamados Lunatics, que eran unos conejos blancos. Yo intentaba darles con la daga mientras Focalor de lejos, me daba ánimos porque se rehusaba a matarlos con la daga, pero empecé a notar que tenía una vista de halcón, los veía a lo lejos, mucho antes que yo. Como yo lo veía, estaba destinado a ser un arquero. 

El problema era, que yo veía aptitudes en todos, excepto en mi, el combate cercano no era lo mío, varias veces Focalor tuvo que compartir sus pociones conmigo porque resultaba herido, lo cual siendo honesto era un trato justo.  Me encontraba perdido en mis pensamientos mientras atacaba a otro Lunatic, cuando de pronto solo percibí un resplandor blanco a mi alrededor y sentí como me elevaba. Al momento siguiente estaba en el punto de encuentro con el resto de los novatos.

-Bien jóvenes, he estado evaluando a cada uno de ustedes, si a todos aunque no lo crean, le daré una hoja en donde vendrán marcadas sus fortalezas y debilidades, con esto podrán ingresar a la habitacion de al lado en la cual les aplicará un test de aptitud y esto marcará el fin del entrenamiento, pero también si así lo prefieren, pueden seguir practicando el combate y si quieren retos más difíciles los puedo enviar a un campo más peligroso- dijo riendo sospechosamente.  

Pero cuando recibí mi hoja, en lugar de mencionar mis fortalezas, solo enlistaba debilidades: “malo para el combate, no muestra algún camino a seguir, quizá sea un novato para siempre”  al ver mi cara Focalor se acercó – Tranquilo, a mi lo unico que me dice es que tengo una buena visión  y que no me gusta el combate cercano-  me dijo un poco acongojado.

-¿No te das cuenta? ¡Podrías ser un excelente arquero!- le dije emocionado por él.

-Bueno, probablemente tengas razón- me respondió sonriendo -pero yo no te dejare solo ¿qué te parece si hacemos party y viajamos juntos? Yo podría apoyarte en combate en lo que encuentres tu propio camino-. 

Una gran emoción me invadió solo de pensar que tenía alguien con quien podía contar en este lugar  -¡Me encantaría! Además viajar solo sería algo lamentable, que mejor que con un amigo que de ahora en adelante será como un hermano- Focalor sonrió y junto con el, me encaminé a la sala de aptitudes. 

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